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Más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), se prevé que ese número alcance el 70 % en 2050. Frente a los fenómenos climáticos extremos, Amanco Wavin promueve sistemas de drenaje sostenible (SUDS) para gestionar el agua de lluvia, reducir inundaciones y fortalecer la resiliencia urbana.

Las ciudades  están en la primera línea frente al cambio climático, enfrentando una serie de desafíos complejos y entrelazados debido al rápido crecimiento urbano, el cambio climático, la desigualdad social y la presión sobre los recursos naturales existentes. Esta serie de situaciones, entre otras, llevaron a la Organización de las Naciones Unidas a establecer el 31 de octubre como el Día Mundial de las Ciudades.

En el marco de este día, Amanco Wavin —la empresa de soluciones para construcción e infraestructura de Orbia— comparte su visión y una serie de recomendaciones para avanzar hacia ciudades más resilientes frente al cambio climático. Fenómenos como las inundaciones, las condiciones climáticas extremas y las sequías con escasez de agua son cada vez más frecuentes en distintas partes del mundo, sin importar el nivel económico o la infraestructura pluvial de las ciudades. Todas estas situaciones suceden en un escenario donde más del 50% de la población mundial vive en centros urbanos, mientras según la ONU, se estima que ese porcentaje llegará al 70% para el 2050.

Para lograr ciudades resistentes al clima, es fundamental trabajar en múltiples frentes que van desde la planificación urbana sostenible, la infraestructura verde y la movilidad sustentable, hasta la eficiencia energética, la concientización ciudadana y la educación ambiental. A esto se suman la colaboración interdisciplinaria, el desarrollo de normativas y políticas públicas, la planificación ante emergencias climáticas, la participación comunitaria activa y la inversión en investigación y desarrollo.

El rol del agua

En este escenario, uno de los pilares más críticos es la gestión del agua: un componente esencial para enfrentar tanto la escasez como el exceso de este recurso en contextos de cambio climático.

En un entorno natural, cuando ocurre una precipitación, el agua se distribuye de manera equilibrada: alrededor del 40 % se evapora o es transpirada por la vegetación, mientras que aproximadamente el 50% se infiltra en el suelo. De esta última, la mitad lo hace en profundidad, ayudando a recargar acuíferos subterráneos, y sólo un 10 % escurre por la superficie.

Sin embargo, en entornos urbanos, esta dinámica cambia drásticamente. Las superficies impermeables —como calles, techos y construcciones— interrumpen la infiltración natural del agua. Como resultado, solo el 15% del agua logra infiltrarse en el suelo, mientras que el escurrimiento superficial aumenta hasta un 55%. Esta alteración no solo incrementa el riesgo de inundaciones, sino que también reduce la recarga de acuíferos y afecta de forma negativa la calidad del agua que fluye hacia ríos y sistemas de drenaje.

En los últimos años, la intensidad de las lluvias aumentó considerablemente, con un 30% más de precipitaciones extremas, mientras que los períodos de sequía se han vuelto más prolongados. Este desequilibrio climático afecta incluso a las zonas más desarrolladas: actualmente, el 70% de las megaciudades del mundo está enfrentando situaciones de sequía. Frente a eventos de inundaciones urbanas, la reacción más común es cuestionar la capacidad de la infraestructura pluvial existente. Surge entonces una inquietud recurrente:

¿Deberíamos invertir en más redes tradicionales de drenaje, con grandes tuberías y sistemas de evacuación?

La infraestructura tradicional ya no es suficientemente eficaz para responder a un clima cada vez más extremo. Si bien este enfoque ha sido la respuesta clásica durante décadas, el cambio climático exige repensar el modelo. Hoy se reconoce la necesidad de complementar —y en muchos casos reemplazar— esas soluciones convencionales con sistemas de drenaje sostenible, que permiten captar, infiltrar, almacenar y reutilizar el agua de lluvia de manera eficiente y descentralizada.

¿Qué soluciones existen para hacer frente a esta problemática?

Hoy en día, en muchos lugares del mundo ya se aplican soluciones con el objetivo de complementar las redes de drenaje pluvial con sistemas que puedan replicar, en su mayor parte, las condiciones naturales de la zona antes de que existiese construcción alguna. Ya que, en su mayoría, estos sistemas se encuentran saturados debido a la falta de inversión y mantenimiento. Estas soluciones son conocidas como SUDS o Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible. Por lo general, son más económicas y rápidas de ejecutar que las soluciones de alcantarillado tradicional. Además de que son fácilmente adaptables para funcionar como un componente paisajístico en la zona de intervención.

Wavin Aquacell es la solución ideal para la atenuación e infiltración del agua de lluvia en zonas urbanas. Es un sistema diseñado para permitir la creación de tanques para la acumulación temporal y la liberación progresiva del exceso de agua de lluvia tanto en el suelo como en el sistema de alcantarillado, sin sobrecargarlo. Wavin AquaCell posibilita el almacenamiento de 190 litros de agua en cada celda y se puede escalar hasta la medida requerida por el proyecto, además es sustentable porque está fabricado en plástico 100% reciclado y reciclable.

Este sistema no solo reduce el riesgo de inundaciones, sino que también mejora la calidad del agua, fomenta la biodiversidad urbana y contribuye a la resiliencia climática de las ciudades. A través de sus soluciones sostenibles para la gestión del agua pluvial, busca acompañar el desarrollo de ciudades más resilientes, eficientes y preparadas para los desafíos climáticos del futuro.