(16-02-2015 ).-Este lunes, en el Club Atlético Sauce, se realizó el
tradicional agasajo a los artesanos que participan de la Fiesta
Nacional de la Artesanía a través de un almuerzo, donde luego se dan a
conocer a los ganadores de las Ruecas de Plata y aquellos que fueron
galardonador con menciones especiales. También se entregaron los
premios a los participantes del 9º Encuentro Nacional de Tallistas.
9º Encuentro Nacional de Tallistas:
El mismo se desarrollo en el transcurso de la XXX Fiesta Nacional de
la Artesanía, el que se realizó bajó el lema de Personajes de
Historietas de la Argentina.
1º Premio: Fue para Juan Carlos Nausneriz, de San Carlos Centro (Santa
Fe) por la obra “Amigos” en la cual quedaron grabados las figuras de
Patoruzito y Pamperito.
El segundo, en tanto fue para Gabriel Piñero (La Plata) con su obra
“La Puerta del Señor López”, el 3º fue para Hernán Godoy “El Cazador”
y el 4º galardón lo obtuvo Mateos Francisco “Yo Matías”.
Además a través del voto del público se eligió como ganadora a la obra
de Juan Carlos Nausneriz, “Amigos”.
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Rueca de Plata Maestro Artesano: Nieves Brey (Nogoyá – ER) del rubro
textiles. Este premio se entrega por trabajar por la vigencia y el
mantenimiento de una técnica ancestral.
Rueca de Plata Artesano Calificado: Jorge Soto del Rubro Cueros, quien
se hizo acreedor de este premio por desarrollar formas recreativas
para la confección de las piezas presentadas.
Rueca de Plata Producción Artesanal: el mismo distingue a la
trayectoria en el oficio y la diversidad de elementos, logrando una
excelente producción. Este galardón lo obtuvo Horacio Barreras (Villa
Gessel – Bs As) del rubro Instrumentos Musicales.
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Un personaje entrañable de la Fiesta Nacional de la Artesanía: Ramón Cabrera
Ramón Cabrera lleva el nombre del escenario mayor de la Fiesta
Nacional de la Artesanía, donde pasaron artistas de renombre nacional
e internacional como Mercedes Sosa, León Gieco, Fito Páez, Horacio
Guarany, Soledad, El Chaqueño, Jorge Rojas entre otros. Muchas
generaciones desconocen quien es o fue Ramón Cabrera y es por este
motivo que en estas notas que rescatamos el espíritu y la rica
historia de nuestra Fiesta es que decidimos dedicar un capítulo
conociendo nuestro patrimonio cultural.
Ramón Cabrera nació en Puerto Yeruá, en el Departamento Concordia,
siendo un personaje importante para la Fiesta ya que estuvo presente
desde el comienzo, en el año 1977 en aquellas primeras exposiciones
que se hacían en la plaza antes que comience el carácter provincial y
nacional del evento.
Era de contextura delgada y largo, tranquilo y pícaro lo recuerdan en
las anécdotas que hoy lo rememoran con una sonrisa en su rostro.
Muchos lo inmortalizan con su bicicleta, sin cubiertas que le servía
como “carguero” de la materia prima que la obtenía de las costas del
río Uruguay. Cabrera era Cestero (dedicado a la cestería)
principalmente el Icipó que es la enredadera que crece en los montes
entrerrianos a la vera de los ríos y arroyos.
Ramón vivía allí de manera natural en los montes entrerrianos, en
Yeruá, comiendo lo que cazaba y pescaba, haciendo hoyos en las
barrancas, teniendo hornos de esta manera.
Desde el comienzo Ramón Cabrera estuvo presente en Colón y con su
personalidad se hizo querer por propios y extraños. A la Fiesta de
Colón no era de traer muchas piezas pero siempre vendía sus productos,
hasta el último canasto, siendo que las últimas noches al no tener
nada en su puesto se dedicaba a dialogar con los demás artesanos.
“Podré no tener plata, para venirme en tren o en el colectivo. Pero
siempre estaré aquí. Me vendré a nado por el Uruguay si es necesario”
expresaba Ramón cada vez que se le consultaba por su próxima llegada a
Colón.
Se lo recuerda con su sombrero y venía con lo puesto nomás, y se iba
con muchísima ropa que le regalaban, lo vestían de la mejor manera
posible para presentarlo en la fiesta. Una anécdota cuenta que una vez
le obsequiaron un saco semi nuevo. Ramón lo estrenó esa misma noche y
para su inquietud cuando se llevó las manos al bolsillo, descubrió que
tenía plata, los billetes le quemaban en la mano, preocupado por
devolverlos.
Siempre tenía a flor de labio la sonrisa y la atención hacia la gente,
que la mayor parte de las veces le compraban sus productos, no por la
calidad sino por resolverle sus factores económicos, siempre estaba
rodeado de chicos de niños y de personas representativas de Colón, que
escuchaban con atención sus andanzas en el monte, sus creencias, mitos
y leyendas que el contaba con mucha facilidad dado que talvez no las
vivía pero si las asumía como propias.
Como cultor popular hizo méritos suficientes para denominar al
escenario con su nombre. Llegó la noticia de su muerte la cual causó
profundo dolor, los organizadores en ese año de 1989 la cual daba
cuenta de su muerte. Se leyó el Decreto donde se colocaba su nombre al
escenario mayor, pero grande fue la sorpresa cuando se estaba leyendo
el mismo y lo vieron parado entre el público, escuchando su propia
muerte. Ramón se había demorado solamente y había tardado en llegar y
como un fantasma y alegría de todos se pudo realizar el homenaje en
vida.