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MORDILLO DE REGRESO EN BUENOS AIRES CON SU MUESTRA “DE VILLA PUEYRREDÓN AL MUNDO” EN EL MUSEO DEL HUMOR

( 23-11-2012).-Mordillo, el humorista gráfico argentino radicado hace años en Europa, ha vuelto a la ciudad de Buenos Aires para inaugurar el sábado 24 a las 13 su muestra “De Villa Pueyrredón al Mundo” en el Museo del Humor, ubicado en avenida de Los Italianos 851 y dependiente del Ministerio de Cultura porteño.

Se exhibirán obras de diferentes períodos, elegidas por el dibujante,
en una muestra llena de color de este artista que hace 50 años nos
representa en todo el mundo.
En el marco de la muestra Juan Acosta entrevistará a Guillermo
Mordillo el sábado 8 de diciembre a las 16 en el ciclo Humor fuera de
cuadro – Encuentros públicos en el MuHu. Entrada gratuita hasta agotar
la capacidad del Microcine.
La exposición podrá visitarse hasta el 6 de marzo de 2013 de lunes a
viernes de 11 a 18; y los sábados, domingos y feriados de 10 a 20.
Entrada, jueves a domingos y feriados $10; lunes, martes y miércoles
gratis. Menores de 14 años, gratis todos los días.

Autobiografía Autoautorizada
Nací, como todo el mundo, a los nueve meses de edad.
La cosa ocurrió en el famoso barrio de Villa Pueyrredón, en una calle
con nombre de pianista: Argerich, allá por Buenos Aires.
Más tarde me enteré que fue un 4 de Agosto de 1932.
Mi hermana Teresa nació en una calle donde, según Abel Santa Cruz, no
hay más remedio que nacer: Nazca.
Finalmente nos decidimos por la calle Cabezón, esquina Condarco, a
mediados del 35.
A mi padre, que era electricista, le gustaba inventar cosas raras, a
mí me hizo dibujante humorista.
Empecé mi larga carrera a los cinco años cuando, de la mano de mi
mamá, la llevé al cine para ver « Blanca Nieves y los siete enanos ».
A partir de ahí, creo haber dibujado todos los días.
Ah ! también fui a la escuela.
A los dieciocho años se me dio por ilustrar cuatro libros de cuentos
para Editorial Codex, al mismo tiempo entré por la puerta que daba a
la calle a los Estudios de Dibujos Animados de Burone Bruché.
También ilustré historietas con guiones de Aldo Camarotta.
En mi tiempo libre, es decir todos los días, me las arreglaba para
jugar al fútbol, perdón, a la pelota, en las calles y terrenos baldíos
del barrio con mis amiguitos, entre los cuales Eduardo Balducci, Juan
Carlos Copes, Humberto Andreacchio y muchos otros que también se
hicieron famosos.
Pero un día, el 7 de Noviembre de 1955, me fui. Primero al Perú, con
intenciones de hacer dibujos animados siguiendo la proposición de mi
colega y amigo Jorge Caro. Pero la idea no cuajó y sólo trabajé en
publicidad.
En 1960 el viento me llevó hacia el norte. Me tomé un avión, un micro
y mi última Coca-Cola y recalé en Nueva York.
A los diez días conseguí trabajo como imbetweener (intermediador) en
los Estudios Paramount y ahí me di cuenta que estaba en el extranjero
porque a Espagueti lo llamaban Popeye. . .
Al año me cansé de hacer dibujos que de animados tenían muy poco y me
fui por ahí para hacer « greetings cards », léase tarjetas
humorísticas.
Finalmente puse fin a la aventura americana y me subí a un Queen Mary
que pasaba por allí rumbo a Europa, la tierra de mis antepasados;
incluidos mis padres.
El 26 de Agosto de 1963 llegué al Peñón de Gibraltar, con otro
barquito desembarqué en Algeciras , España.
De ahí en más, un tren me llevó hasta un Madrid franquista; otro a
Barcelona (idem, pero menos) y crucé la frontera para llegar a
Perpignan. Otra ruta me lleva hasta Versailles y el último ferrocarril
(oeste, supongo) me deja en París.
Llovía, caía la noche, pero tuve la suerte de conseguir una habitación
de hotel en un sexto piso sin ascensor, sin baño, una cuerda de pared
en guisa de armario, sin cuatro muros, una buhardilla que le dicen,
ciento cincuenta dólares en el bolsillo, solo, pero inconscientemente
feliz! Estaba en París! Eso fue un viernes 19 de Septiembre de 1963.
Al lunes siguiente me presenté en dos editoriales de tarjetas
humorísticas, los obligué a hablarme en Inglés hasta que uno de ellos
me ofreció trabajo.
Enseguida, por cuestiones idiomáticas, me inscribí en la Alianza
Francesa por dos años, hasta el diploma.
Durante tres años realicé toda la producción de la Editorial Mic-Max,
así se llamaba, hasta que creí llegado el momento de pedir un aumento,
pero lo único que conseguí fue aumentar la lista de parados parisinos.
Solo, todavía no conocía a Amparo (nombre premonitorio) ni mucho menos
a Sébastien y Cécile, mis futuros hijos. Sin trabajo, ancla’o en
París, con un idioma local embrionario, resumiendo: en Pampa y la vía.
Qué hacer ?
La idea de volver con la frente marchita a la habitación que no tenía
en la casita
alquilada de mis viejos no me seducía. . .
Elegí tirar el manotazo de ahogado y hacer otra cosa: dibujos mudos
para las revistas y periódicos. Me salió bien. » Se te fue la mano »
como me dijo Carlitos Garaycochea.
El resto ya es más conocido.
Y aquí estoy, haciendo una exposición en mi querida aldea natal.
(Disculpen, pero me pidieron que fuera breve).