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La humanidad enfrenta una crisis ambiental sin precedentes.

Conservar océanos sanos, y convertirlos en aliados frente a la amenaza del cambio climático, es un paso fundamental para revertir esta crisis.

Desde el 2008 y cada 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, una fecha que busca reforzar la importancia de los ecosistemas marinos en la vida cotidiana de las personas.

Los océanos cubren más del 70% de la superficie de la Tierra, producen aproximadamente el 50% del oxígeno que respiramos y sostienen una extraordinaria biodiversidad. Además, contribuyen enormemente con la conservación del equilibrio ambiental: son los grandes reguladores del clima del mundo, por su capacidad para regular la temperatura, ya que absorben más del 90% del exceso de calor del planeta, y de almacenar gases de efecto. Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios que brindan, necesitan más atención que nunca.

La contaminación por plástico en los océanos es uno de los problemas ambientales globales que más empeoró en los últimos años generando graves consecuencias: daña especies y hábitats marinos muy valiosos, e inclusive ya podemos encontrarlo en algunos alimentos que consumimos y hasta en el agua, lo que pone en riesgo nuestra propia salud. A nivel local, y de acuerdo a los resultados del Censo Provincial de Basura Costero Marina que Fundación Vida Silvestre realiza desde el 2016 junto a organizaciones costeras de la Provincia de Buenos Aires, más del 70% de los residuos encontrados en las playas bonaerenses continúan siendo plásticos. Una alarma que nos indica que la contaminación por plástico y el manejo de los residuos derivados necesita abordarse de manera conjunta, como se pudo observar en las últimas semanas durante las negociaciones de las Naciones Unidas para alcanzar un tratado global de contaminación por plásticos.

El mar no conoce de límites fronterizos, y en la última década se ha tomado conciencia sobre la necesidad global y compartida de contar con océanos sanos y resilientes. En este sentido, se busca alcanzar un nuevo acuerdo internacional que permita proteger la biodiversidad marina en aguas internacionales, como acordaron los países que integran la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante la reciente Convención sobre Biodiversidad Marina. Conocido como “Tratado de Alta mar”, este acuerdo apunta a convertir el 30% de los océanos en zonas protegidas para el año 2030, con el objetivo de salvaguardar y recuperar la naturaleza marina. Este paso establece un hito histórico: el último acuerdo internacional para proteger los océanos se firmó hace 40 años en 1982, durante la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Fernando Miñarro, director de conservación de Fundación Vida Silvestre, remarcó que “los océanos están ocupando un rol importante en la agenda internacional. Alcanzar la creación de este acuerdo sería sumamente importante para reforzar la conservación y uso sostenible de los ecosistemas marinos y sumar nuevas herramientas para dar pelea a la triple crisis ambiental ante la que nos encontramos: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”

En clave nacional, el mar argentino se enfrenta a múltiples problemas, pero cuenta también con una oportunidad que permitiría ampliar la conservación de mar: la creación de una nueva área marina protegida. Se trata del proyecto de ley Agujero Azul, que logró la sanción de la Cámara de Diputados en 2022, pero que deberá ser tratado en el Senado durante 2023 para no perder estado parlamentario. Lo que se propone a través de este proyecto es la creación de un área marina protegida sobre la extensión de nuestra plataforma continental, en un área que se encuentra a 500 kilómetros al este de Comodoro Rivadavia y posee una extensión de 148.000km2. La creación de Agujero Azul proporcionaría múltiples beneficios: proteger ecosistemas marinos vulnerables que actualmente no se encuentran representados dentro de nuestros espacios marítimos protegidos, prohibir las actividades como la actividad minera o la pesca de arrastre de fondo que puedan afectar estos ecosistemas bentónicos frágiles del lecho marino, sobre los que operan mayormente flotas extranjeras y así también salvaguardar la captación y almacenamiento de carbono.

El Mar Argentino también se ve atravesado por la problemática de los combustibles fósiles y el cambio climático. Es necesario planificar e implementar una transición energética a nivel nacional que evite seguir ampliando la exploración offshore en nuestro mar, con los impactos negativos que implica las prospecciones sísmicas y los posibles accidentes de derrames. “Una buena noticia es que hace tiempo somos muchas las organizaciones de la sociedad civil preocupadas por los mares del cono sur de América. Trabajamos en una gran red que es el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia, desde donde proactivamente y con una mirada multidisciplinaria acercamos herramientas e implementamos acciones para la conservación y uso sostenible del mar” sostuvo Fernando Miñarro.

Los océanos necesitan ser protegidos con un enfoque ecosistémico, es decir de manera integral, que permita tanto su conservación como el aprovechamiento sostenible de los recursos del mar, así como también de las actividades que son sustento de muchas comunidades y economías. Estas actividades productivas, como es el caso de la pesca en el mar argentino, requieren la implementación urgente de un enfoque integral, que asegure no solamente la existencia de especies comerciales, sino también proteja aquellas especies que están en peligro y que interactúan con la actividad pesquera. “Un claro ejemplo de una práctica contraria al aprovechamiento sostenible de los recursos es el descarte. No podemos seguir permitiendo que se tiren al mar cientos de miles de toneladas de alimento cada año. Hay consenso sobre cuáles son los problemas y hasta reconocemos las soluciones. Contamos con regulaciones, planes nacionales de acción, proyectos de ley de trazabilidad – que permitirían recopilar información clave de la pesca desde el barco hasta el consumidor final – para asegurar la legalidad del proceso. En este sentido ensayamos medidas para mitigar el daño en las especies en peligro y tecnología nueva para mejorar la información pesquera, como la bitácora electrónica de pesca argentina. Es necesario capitalizar estas iniciativas y trabajar articuladamente entre todos los sectores” reforzó Fernando Miñarro, director de conservación de Vida Silvestre.

La presión de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos pone en riesgo no solo su importante función biológica para nuestro bienestar y desarrollo, sino también muchas otras actividades productivas que dependen del bienestar de los mares. El océano nos conecta, sustenta y permite la vida tal como la conocemos.

Acerca de Fundación Vida Silvestre Argentina

La Fundación Vida Silvestre Argentina es una organización no gubernamental, de bien público y sin fines de lucro, creada en 1977. Su misión es proponer e implementar soluciones para conservar la naturaleza, promover el uso sustentable de los recursos naturales y una conducta responsable en un contexto de cambio climático. Desde 1988 está asociada y representa en la Argentina a WWF, una de las organizaciones independientes de conservación más grande del mundo, presente en 100 países. Para más información: www.vidasilvestre.org.ar